En Chile al menos 15 mil personas viven en la calle, sus historias están invadidas de experiencias difíciles, esas mismas experiencias que los han llevado a “descolgarse de la sociedad”, una sociedad que no los comprende, que no los acoge, que no los abraza.
Los sistemas de asistencia y salud, les han fallado, no una, sino que muchas veces, y con cada falla se fue paulatinamente invisibilizando a la persona, al amigo, al padre, al hermano, que hoy solo notamos cuando interrumpen el paso de los transeúntes, que vienen y van, sin enterarse de esta forma de vida tan precaria.
Muchos le atribuyen a la situación calle una suerte de voluntariedad, una opción personal, visión que está muy alejada de la realidad, pues estos “descolgados” son personas que se cansaron de luchar… luchar con una enfermedad, con un duelo, con un trauma, que no les permitió ajustarse a los comportamientos socialmente correctos.
La esperanza que queda, es que como sociedad nos hagamos cargo de todos, así que, si tienes a algún cercano que no se ajuste a las dinámicas de su familia, que no responda a las normas socialmente aceptadas, escucha su historia, intenta apoyarlo, para que nunca tenga que “descolgarse” de nuestra sociedad.

María José Alcaide, Programa de Apoyo a Familias de Personas con Consumo Problemático de Drogas y/o Alcohol.

Cada vez que pasaba al lado de estos seres, mis ojos se emocionaban con una mezcla de dulzura, respeto y silencio reflexivo. Me pregunté muchas veces qué era en el fondo lo que me diferenciaba de ellxs. La única respuesta sincera era que sencillamente yo había tenido más suerte, en términos materiales y familiares, que ellxs, tan sólo eso. Mendigar es un concepto tan amplio, porque creemos que se refiere exclusivamente al dinero. Pero, de una u otra forma, siempre mendigamos, ya sea por un trozo de cariño, una tajada de compañía o mendigamos que alguien nos escuche, que alguien nos entienda, que algo o alguien nos consuele en nuestro pesar o nos entretenga en nuestro aburrimiento rutinario. ¿Qué es ser libre?¿Tener todo lo que supuestamente necesitas?¿Poseer, ser dueñxs de nuestro tiempo y espacio?¿Qué, aparte del hecho de nuestra propia existencia, es realmente nuestro? Nadie es libre, nadie dispone a su entero antojo de todos los aspectos vitales del diario vivir. Siempre somos carentes, huérfanxs, necesitadxs, desprovistxs de una que otra cosa que puede ser muy esencial. La dicha es un bien escaso. La verdad es una necesidad negada y censurada. La justicia es un privilegio que reciben unxs pocxs. La vida no se vive realmente, sino que estamos a la deriva sobreviviendo día a día…

Lo único que puedo concluir, con absoluta certeza, es que dentro de todxs nosotrxs hay un mendigo, hay una mendiga, hay un desamparado o desamparada. Siempre nos faltará algo, siempre necesitamos urgentemente de una que otra cosa tangible o intangible. Estamos siempre a medias, perpetuamente incompletxs, continuamente buscando lo que falta… Algo siempre falta… Y de una u otra manera todxs estiramos nuestra mano pidiéndole una mísera limosna a este mundo canalla, cruel e indolente. Quien nada tiene, lo posee todo, porque posee únicamente lo más importante: su propia existencia y punto. Al contrario, quien posee todo, no es dueñx de sí mismx sino esclavx de sus malditos bienes materiales, los cuales no cabrán jamás en su ataúd.

Gabriel Fernández.